El Juzgado Social número 12 de Barcelona ha estimado un recurso presentado por un programador informático de 41 años y condena al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) a que le abone una pensión vitalicia de casi 1.000 euros mensuales, con retrasos desde febrero de 2020. El tribunal considera que el recurrente está en situación de incapacidad permanente absoluta para todo tipo de trabajo derivada de una enfermedad común.
La sentencia indica que el INSS denegó al recurrente su petición de incapacidad por presentar un trastorno psicótico por dependencia al alcohol que lo hacía perder el contacto con la realidad y con ideas de sufrir algún perjuicio cuando no está en un entorno familiar. «Aumenta en intensidad cuando se encuentra en abstinencia de ingestión alcohólica» señala el informe médico y detalla que al consumir mucho alcohol incrementa «sus síntomas psicóticos». Además, señala que sufre crisis de ansiedad que le impulsan a una falta de continuidad en las actividades que realiza.
Con estos síntomas, el recurrente, representado por el gabinete jurídico Tribunal Médico, presentó un recurso ante el juzgado contra la decisión del INSS de denegarle la incapacidad. La sentencia indica que el demandante sufre «unas patologías y secuelas que producen unas limitaciones funcionales psicológicas» que impiden «el desempeño de cualquier clase de actividad laboral». Además, destaca el juzgado que el recurrente tiene «patologías concurrentes» que se agravan «recíprocamente» con el consumo abusivo de alcohol.
También señala que el demandante ingresó el año pasado en Urgencias en dos ocasiones por crisis de ansiedad tras tomar muchos medicamentos para paliarla. Por eso, la sentencia remarca que sufre «un cuadro de secuelas psicológicas y psiquiátricas que es grave, persistente, progresivo, cronificado y refractario a cualquier tratamiento» que le impiden realizar una actividad laboral «con seguridad para sí mismo y para los demás».
El MUNDO
GERMÁN GONZÁLEZ
Barcelona Actualizado Viernes, 28 enero 2022